El asalto al tren de El Encanto

 

tren del encanto

La se帽ora Margot Rodr铆guez y su hija Nelly se levantaron de madrugada a pesar de ser domingo. Estaban entusiasmadas por la excursi贸n que har铆an en tren a la paradis铆aca locaci贸n de El Encanto cercana a la ciudad de Los Teques en el estado Miranda. La noche anterior hab铆an preparado todo cuidadosamente, esperaban poder disfrutar de un delicioso d铆a de campo que les ayudara a reponer energ铆as.

A esa misma hora en otro punto de la ciudad, el se帽or Mart铆n Rojas; hombre bajo, de contextura fuerte, cabello ensortijado, nariz ancha y penetrante mirada de indio sal铆a hacia su trabajo. Laboraba desde hac铆a 35 a帽os como maquinista del Gran Ferrocarril de Venezuela. Aquel d铆a conducir铆a una maquina con 10 vagones desde Caracas hasta El Encanto; para Mart铆n aquel no era m谩s que otro d铆a de rutina.

En la Venezuela de 1963, un paseo en tren era una actividad l煤dica con ribetes nost谩lgicos, hac铆a mucho tiempo que los veh铆culos automotores hab铆an impuesto su primac铆a como medio de transporte. En nuestro pa铆s la presencia del ferrocarril fue corta y tormentosa, su origen se remonta al lejano 1826 cuando mister Robert Stephenson propone al gobierno republicano la creaci贸n de un camino de hierro que sustituyera al viejo sendero que los espa帽oles dejaron entre el puerto de La Guaira y Caracas. Esta idea no se concreta sino hasta el 25 de julio de 1882, cuando luego de a帽os de idiosincr谩sicos retardos burocr谩ticos, el presidente Guzm谩n Blanco con un inmenso s茅quito hace el viaje inaugural.

Entre 1835 y 1925 se desarrolla una febril actividad en torno al tendido de v铆as f茅rreas  que unieran a las principales ciudades del pa铆s, esto se hizo con el concurso de empresas extranjeras. A fines del siglo XIX se constituy贸 la Grosse Venezuela Eisenbahn, de capital alem谩n que ten铆a como fin administrar el Gran Ferrocarril de Venezuela, su funcionamiento estuvo marcado por numerosos impasses diplom谩ticos y continuos pleitos legales que concluyeron en 1945 cuando la Junta Revolucionaria de Gobierno procedi贸 a su expropiaci贸n. En la d茅cada del 60 era esta compa帽铆a la que explotaba la ruta recreacional Caracas- El Encanto.

Pasadas las ocho de la ma帽ana, numerosas familias aguardaban en el and茅n de la estaci贸n Ca帽o Amarillo su turno de abordar. Un ambiente festivo rodeaba el trasegar de cajas, paquetes y cestos de comida. El tren se iba llenando poco a poco; en el vag贸n n煤mero 28 se instal贸 un grupo de chicas con un conjunto musical dispuestas a amenizar el viaje con simp谩ticas canciones de moda. En la locomotora, Mart铆n Rojas y su ayudante Alfredo Lugo esperaban la orden de salida.

Entre los que abordaron en la estaci贸n Ca帽o Amarillo, estaba un grupo de j贸venes circunspectos que llevaban lo que parec铆an ser inocentes cestas de picnic.

A las 8:30 de la ma帽ana el guardia de la estaci贸n hizo sonar su silbato. Al escucharlo, Mart铆n Rojas comenz贸 la marcha; se oyeron gritos de entusiasmo y la chiquillada trataba de ubicar los mejores puestos para mirar el paisaje. La primera parada del itinerario era la estaci贸n Palo Grande, luego segu铆a Las Adjuntas y de all铆 la vieja maquina sub铆a hasta la estaci贸n de Los Teques en la que un nutrido grupo de alegres personas aguardaba.

faln

En Los Teques el tren ser铆a abordado por diez efectivos adscritos al Servicio Forestal de la Guardia Nacional. Estos agentes eran los encargados de vigilar y proteger a los visitantes de El Encanto. Horas despu茅s varios de los pasajeros recordar铆an que entre las personas que subieron en esa estaci贸n estaban dos damas con maletines de mano que al ingresar al vag贸n saludaron a los j贸venes que ven铆an desde Ca帽o Amarillo con las cestas de picnic.

Al salir de Los Teques rumbo a su destino final, el tren llevaba 500 pasajeros.

El viaje transcurri贸 con total normalidad hasta las 10:20 de la ma帽ana cuando la maquina ingres贸 al t煤nel 10, de dos kil贸metros de largo. En medio de la oscuridad un estruendo puso fin a las canciones del conjunto. La primera detonaci贸n dio paso a una sucesi贸n de nuevos disparos. El terror se apoder贸 de los confusos pasajeros cuando alguien exclam贸:

– ¡Un asalto, es un asalto!

Las mujeres y los ni帽os comenzaron a gritar, y el aire dentro de los vagones se carg贸 con olor a p贸lvora. Cuando por fin el tren sal铆a del t煤nel y de nuevo la luz comenzaba a inundarlo, los excursionistas vieron como los asaltantes se sub铆an a los asientos para gritar arengas revolucionarias. Una de las mujeres que se hab铆a subido en Los Teques sac贸 un atomizador del malet铆n de mano y se dio a la tarea de pintar consignas. En cuesti贸n de segundos el grupo armado hab铆a tomado el control del tren.  Los guerrilleros explicaban que pertenec铆an al comando C茅sar Augusto R铆os de las Fuerzas Armadas de Liberaci贸n Nacional (FALN) y que ejecutaban la Operaci贸n Italo Sardi, sin embargo en muchas de las pintas dec铆an que se trataba de la Operaci贸n Olga Luzardo, durante todo el accionar los subversivos parec铆an estar muy nerviosos y desorientados.

Por las declaraciones posteriores se supo que todo comenz贸 en medio del t煤nel cuando los j贸venes que ven铆an desde Ca帽o Amarillo sacaron armas de las cestas para picnic, uno de ellos enca帽on贸 al sargento Saturnino Reyes Palma, quien estaba al mando del grupo de la Guardia Nacional. El sargento Reyes se neg贸 a entregar su arma e hizo un disparo que no alcanz贸 a nadie, esto fue suficiente para que lo acribillaran; raudamente los irregulares fueron tomando cada uno de los vagones, el resto de los guardias que trat贸 de enfrent谩rseles fueron igualmente baleados, 3 de ellos murieron inmediatamente y dos resultaron heridos de gravedad.

La balacera dej贸 varios civiles heridos, entre ellos la se帽ora Carmen Aurora de Romana de 40 a帽os, el p煤ber Alberto Naranjo de 14, la se帽ora Teresa de Rodr铆guez de 31 y su peque帽a hija de 9 a帽os, Egl茅 Rodr铆guez. Todos sobrevivieron.

guardia nacional

Mientras en los carros hab铆a un peque帽o infierno de sangre y p贸lvora, en la locomotora que los halaba monta帽a arriba Mart铆n Rojas y su ayudante Alfredo Lugo se manten铆an ignorantes de lo que suced铆a, el ruido del viejo motor les imped铆a escuchar nada. Cuando llegaron a la estaci贸n de El Encanto, Mart铆n volvi贸 la cabeza y vio que de uno de los vagones descend铆an unos hombres armados que r谩pidamente subieron hasta donde 茅l estaba. Le pusieron la pistola en la sien y de manera violenta le ordenaron que se quedara quieto, al ayudante lo pusieron a desenganchar nueve de los vagones, entretanto varios de los guerrilleros cortaron los hilos telef贸nicos y los cables de los tel茅grafos; cuando solo quedo el vag贸n n煤mero 28 unido a la locomotora, el jefe del grupo armado, un trigue帽o alto de lentes oscuros y boina negra, conmin贸 a sus efectivos a que abordaran el vag贸n y a Mart铆n le orden贸 que pusiera marcha a toda maquina hacia Los Teques. Nervioso como estaba, el maquinista trat贸 de decir algo, pero uno de los hombres le grit贸 que se callara. Cuando pasaban al lado de los vagones, Mart铆n y su ayudante pudieron ver que hab铆a gente herida, llev贸 el tren lo m谩s r谩pido que pudo a trav茅s del sinuoso camino y cuando llegaron nuevamente al t煤nel 10, el jefe de los insurrectos le orden贸 detenerse.

Los guerrilleros se bajaron a toda velocidad para abordar unos veh铆culos que los esperaban en la orilla de la carretera. Al verlos ya lejos, Mart铆n que ven铆a pensando en los cuerpos que hab铆a visto tendidos en El Encanto le dijo a su ayudante:

– All谩 hacemos falta, hay muertos y heridos

Y sin pensarlo dos veces tom贸 rumbo a la estaci贸n de Los Teques que era la m谩s cercana; luego de avisar a las autoridades lo que hab铆a pasado se regres贸 a El Encanto para trasladar a los heridos.

A partir de ese momento un comando unificado de la Guardia Nacional, la DIGEPOL, la PTJ y la polic铆a de Transito se dedic贸 a la caza de los subversivos con los datos aportados por el maquinista.

Al llegar al Policl铆nico de Los Teques, el sargento Saturnino Reyes ya estaba muerto, igual suerte corrieron Melecio Crespo y Crist贸bal Velasco, antes de caer la noche falleci贸 el distinguido  Carlos Santiago Noguera. El guardia Oscar Evaristo que fue encontrado al fondo de un barranco con una herida en la regi贸n frontal se salv贸 milagrosamente; mientras que el Sargento David Anzola  habr铆a de enfrentarse a una larga agon铆a hasta el 29 de septiembre, fecha en la que entreg贸 su alma en el Hospital Militar.

Lo 煤nico que los guerrilleros lograron llevarse de aquella extra帽a acci贸n fueron diez sub ametralladoras Madsen y un par de rev贸lveres. A los ojos de tirios y troyanos aquel fue el error m谩s est煤pido y criminal que cometi贸 la guerrilla que oper贸 en Venezuela en el primer lustro de la d茅cada de los 60. Todo el mundo se preguntaba qu茅 sentido pod铆a tener ejecutar aquella matanza en un tren que lo 煤nico que llevaba era excursionistas a un parque recreacional.

R贸mulo Betancourt, entonces Presidente de la Rep煤blica y furioso anticomunista vio en esto la oportunidad de oro para deshacerse de la oposici贸n izquierdista que hasta ese momento hac铆a vida legal. El lunes 30 de septiembre de 1963 en la noche, el ministro de Relaciones Interiores Manuel Mantilla anunci贸 al pa铆s que el gobierno tomar铆a fuertes medidas para luchar contra el terrorismo. Ese mismo d铆a en la ma帽ana el alto mando militar se reuni贸 de emergencia en el cuartel de La Planicie, en los d铆as subsiguientes las detenciones se contaron por centenares; una de las medidas que anunci贸 el gobierno fue la de solicitar el allanamiento de la inmunidad parlamentaria de los diputados al Congreso Nacional por el Partido Comunista de Venezuela (PCV) y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR)  y su detenci贸n para ser sometidos a juicios militares.

La masacre del urol贸gico San Rom谩n

El primero de octubre, Gustavo Machado del PCV y Domingo Alberto R谩ngel del MIR suscribieron un comunicado de prensa en el que a t铆tulo personal repudiaban la acci贸n de El Encanto y exim铆an de toda culpa a sus partidos. Era, sin embargo, demasiado tarde pues el gobierno ya hab铆a tomado la decisi贸n de impulsar los mecanismos estatales para ilegalizar a los partidos de izquierda.

Ya el mismo 30 de septiembre el Ministro de la Defensa, General Antonio Brice帽o Linares orden贸 al juez militar tercero de primera instancia, Capit谩n (a) Rafael 脕ngel Chalbaud que iniciara juicio militar contra un grupo de diputados y senadores acusados de rebeli贸n militar. As铆 que el mismo d铆a que aparec铆a el comunicado de prensa de Machado y R谩ngel, comenzaban las detenciones, primero apresaron al mismo Gustavo y a su hermano Eduardo Machado junto a Jes煤s Mar铆a Casal y Jes煤s Villavicencio. En las siguientes jornadas apresar铆an a Sim贸n S谩ez M茅rida, Pedro Ortega D铆az, Guillermo Garc铆a Ponce, Pompeyo M谩rquez y a Domingo Alberto R谩ngel.

Al mismo tiempo que esto se desarrollaba, el gobierno comenz贸 una inteligente campa帽a medi谩tica destinada a ganarse el favor de la opini贸n p煤blica, los diarios se vieron inundados de avisos en los que se llamaba a luchar contra el terrorismo “viniera de donde viniera” Todos empezaban con la frase: Venezuela dice NO a los terroristas.

Una semana despu茅s del asalto al tren de El Encanto, el presidente R贸mulo Betancourt apareci贸 ante las c谩maras de televisi贸n para un discurso; entre lo que dijo se destaca la siguiente frase: “han sido fr铆a y cobardemente asesinados cinco miembros de la Guardia Nacional y heridos mujeres y ni帽os en el tren que semanalmente lleva a personas de Caracas a pasar el fin de semana en Los Teques. Fue un asesinato ins贸lito y extra帽o a toda la historia pol铆tica del pa铆s […] Los victimarios pintaron consignas alardosamente retadoras, indicando que ese asesinato cobarde lo hab铆a realizado el partido comunista. En Venezuela la lucha contra los terroristas ha entrado en una etapa definitiva, el gobierno no dar谩 ni pedir谩 cuartel”.

La izquierda como afirmar铆an m谩s tarde los analistas pol铆ticos se le hab铆a brindado en bandeja de plata al gobierno con aquella est煤pida acci贸n.

Con el pasar de los a帽os el asalto al Tren del Encanto se convirti贸 en un tema tab煤 para aquellos que en la d茅cada del 60 militaron en las filas de la izquierda revolucionaria. El fin de la guerra y la progresiva incorporaci贸n de los ex combatientes a la vida civil acentuaron el silencio en torno al tema. Nadie quer铆a hablar de ello, lo de El Encanto hab铆a sido una acci贸n absurda y vergonzosa. Como en todo tema prohibido las suposiciones y los rumores crearon un velo que ocultaba a la verdad hist贸rica, las direcciones del PCV y del MIR negaron tercamente haber autorizado aquella operaci贸n y entre corredores se dec铆a que el responsable de la misma hab铆a sido Teodoro Petkoff, otros aseguraban que en la misma hab铆a participado M谩ximo Canales, el hombre que unos meses atr谩s secuestrara al futbolista Di Stefano. Algunos afirmaron que aquello fue realmente orquestado por el gobierno para justificar la represi贸n contra los revolucionarios.

faln guerrilla

Solo cuando hab铆an pasado 34 a帽os del asalto al tren, Luis Correa, ex guerrillero fundador del Comando C茅sar Augusto R铆os, se presento ante el periodista Albor Rodr铆guez para contar su versi贸n de lo sucedido.

El 21 de julio de 1997, Luis Correa, ahora escritor y cineasta revel贸 que aquella operaci贸n fue organizada por una Unidad T谩ctica de Combate de la Brigada Nro. 1, de las Fuerzas Armadas de Liberaci贸n Nacional.

“Recibimos la informaci贸n de que en ese tren iba a ser trasladado un parque de armas – comenz贸 Luis Correa – as铆 que la brigada planific贸 la operaci贸n de forma tal que hubiese el menor n煤mero de lesionados. Para el efecto se colocaron hombres y mujeres combatientes en ambos extremos de los vagones, de manera de poder neutralizar la actividad de los guardias que tambi茅n iban repartidos en los vagones. No ten铆amos previsto ning煤n enfrentamiento. Fue realmente un lamentable error.  Al final no hubo ning煤n traslado de armas. Fue una operaci贸n fallida se tom贸 alg煤n armamento de los guardias, pero ese no era el objetivo. Ni tampoco el lamentable resultado de cinco guardias muertos; por nuestra parte no hubo ning煤n herido grave. Despu茅s vinieron las consecuencias: esta acci贸n desencaden贸 una violenta ofensiva pol铆tica por parte del gobierno”.

La operaci贸n, seg煤n Luis Correa, estaba plenamente autorizada por el alto mando de las FALN, en la misma no tuvieron nada que ver ni Teodoro Petkoff ni M谩ximo Canales. Como tampoco tuvieron nada que ver ninguna de las personas que fueron detenidas y acusadas de participar en el asalto al tren.

Para el ex comandante guerrillero aquella hab铆a sido otra de las muchas y rutinarias acciones de guerra que tuvieron lugar en aquellos a帽os. Solo que aquella acci贸n jug贸 un papel determinante en la perdida del apoyo que ten铆a la guerrilla en amplios sectores de la poblaci贸n.

“El Encanto – Afirm贸 finalmente Correa- impact贸 a la opini贸n p煤blica y manejado con todos los medios que ten铆a el estado a su alcance caus贸 una erosi贸n. Uno de los problemas graves que tuvo la guerra que llevamos a cabo contra el gobierno fue que a la direcci贸n pol铆tica del PCV le falt贸 decisi贸n de partido. Ellos jugaban a la guerra en un sentido, pero no tuvieron la decisi贸n de enfrentar el problema en toda su magnitud. Era un juego dual entre la guerra y la paz. El bur贸 pol铆tico ten铆a unas ideas que tampoco transmit铆a; no estaba de acuerdo con la lucha armada pero a su vez la aupaba. Una contradicci贸n flagrante que fue una de las causas fundamentales de la derrota. Nuestra derrota fue b谩sicamente pol铆tica. No quiero decir con esto que una derrota pol铆tica sea m谩s importante que una militar, sino que una vez que un movimiento esta derrotado pol铆ticamente, sobran los fusiles”.

Con el tiempo el buc贸lico paraje de El Encanto, escenario de aquellos sangrientos hechos fue cerrado al p煤blico. En la mente de los dirigentes pol铆ticos de la Venezuela Saudita los trenes no ten铆an cabida; hasta aquel lugar solo se aventuran grupos de osados excursionistas que suben a pie por la monta帽a corriendo el riesgo de ser atacados por peligrosas jaur铆as de perros salvajes.

En los a帽os 2009 y 2011 se anunci贸 el rescate del Parque El Encanto sin que se concretara nada. El 30 de noviembre de 2013 la presidencia de la Rep煤blica aprob贸 un monto superior a 350 millones de bol铆vares para un plan de recuperaci贸n que se espera concluir en el a帽o 2015. Est谩 en la esperanza de los teque帽os y venezolanos en general que esta vez si se logre la reapertura del hist贸rico lugar. 

Publicado el 4 de noviembre de 2011

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