Andrés Bello

ANDRÉS BELLO EN SU ESCRITORIO (1781 - 1865)

Andrés de Jesús María y José Bello López (Caracas, 29 de noviembre de 1781-Santiago de Chile, 15 de octubre de 1865), conocido como Andrés Bello, fue un filósofo, poeta, traductor, filólogo, ensayista, político, diplomático y humanista venezolano, nacionalizado chileno.​ Considerado como uno de los humanistas más importantes de América, hizo contribuciones en innumerables campos del conocimiento.

(Caracas, 1781 - Santiago de Chile, 1865) Filólogo, escritor, jurista y pedagogo venezolano, una de las figuras más importantes del humanismo liberal hispanoamericano. Andrés Bello tuvo el inmenso privilegio de asistir, en sus 84 años de vida, a la desaparición de un mundo y al nacimiento y consolidación de uno nuevo. Conoció las tres últimas décadas de dominación española de América, y sucesivamente el período de emancipación de las colonias españolas en el nuevo continente y la gestación de los nuevos estados nacidos del proceso de Independencia. Que fuera un privilegio lo que no deja de ser una mera coincidencia cronológica se debió a su extraordinaria capacidad para comprender y estudiar desde dentro y para impulsar efectivamente los resortes de la realidad que le tocó vivir.

Andrés Bello



Gran humanista liberal en la mejor tradición inglesa, ya que en el Reino Unido le tocó formarse filosófica y políticamente, Andrés Bello tuvo el talento de saber trasladar a la esfera práctica su gran erudición en terrenos tan diversos como la filología, la lingüística y la gramática, la pedagogía, la edición, la diplomacia y el derecho internacional. Por añadidura, aportó a las letras hispanoamericanas, en poemas nutridos de lecturas de los clásicos latinos, una incipiente conciencia autóctona. En su vasta erudición, en su talante político y en su sensibilidad literaria se refleja el ideal del clasicismo europeo, perfectamente aunado a la moderna sensibilidad nacional y patriótica de su tiempo.

Biografía

Andrés Bello nació en Caracas, a la sazón sede de la Capitanía General de Venezuela, el 29 de noviembre de 1781. En su ciudad natal residió hasta los 29 años de edad. Sus padres, Bartolomé Bello y Ana Antonia López, no hicieron nada por impedir la voraz pasión por las letras que manifestó desde su niñez. Después de cursar sus primeros estudios en la Academia de Ramón Vanlosten, pudo familiarizarse con el latín en el convento de Las Mercedes, guiado por la amable erudición del padre Cristóbal de Quesada, que le abrió las puertas de los grandes textos latinos.

A los quince años, Bello ya traducía el Libro V de la Eneida de Virgilio. Cuatro años después, el 14 de junio de 1800, se recibía de bachiller en artes por la Real y Pontificia Universidad de Caracas. Y fue en aquel año de 1800 cuando se produjo su primer encuentro con un gran hombre, que abrió ya definitivamente los diques de su curiosidad e interés por la ciencia: Alexander von Humboldt, a quien acompañó en su ascensión a la cima del Pico Oriental de la Silla de Caracas, que entonces se conocía como Silla del cerro de El Ávila.

Bello inició entonces los estudios universitarios de derecho y de medicina. De familia modestamente acomodada, él mismo costeó en parte sus estudios dando clases particulares; junto a otros jóvenes caraqueños, figuró entre sus alumnos el futuro Libertador: Simón Bolívar. Además de estas actividades, a las que sumaba el estudio del francés y el inglés, Bello se sentía atraído sobre todo por las letras, y comenzó a escribir composiciones poéticas y a frecuentar la tertulia literaria de Francisco Javier Ustáriz.

Lección de Bello a Bolívar (detalle
de un cuadro de Tito Salas)



Sus primeros pasos literarios siguieron las huellas del neoclasicismo entonces imperante, y le valieron, en la sociedad caraqueña ilustrada, el apodo de El Cisne del Anauco. Además de traducciones de obras latinas y francesas, compuso en estos primeros años de desempeño literario las odas Al AnaucoA la vacunaA la nave y A la victoria de Bailén, los sonetos A una artista y Mis deseos, la égloga Tirsis habitador del Tajo umbrío y el romance A un samán, así como los dramas Venezuela consolada y España restaurada.

A los veintiún años recibió su primer cargo público: oficial segundo de la secretaría de la Capitanía General de Venezuela, del que fue ascendido en 1807 a comisario de guerra y secretario civil de la Junta de la Vacuna, y en 1810 a oficial primero de la Secretaría de Relaciones Exteriores. En 1806 había llegado a Venezuela la primera imprenta, traída por Mateo Gallagher y James Lamb, muy tardíamente por cierto, si se piensa que la primera instalación de una imprenta en América se remonta a 1539, en la capital de Nueva España, México. En 1808 comenzó a publicarse la Gaceta de Caracas, y Andrés Bello fue designado su primer redactor.

En estos años de intensa actividad oficial comenzó a gestarse su gusto por la historia, la historiografía y la gramática, que quedó tempranamente plasmado en su Resumen de la historia de Venezuela, extraordinario primer brote en el que ya están presentes los principios humanistas rectores de su obra futura; en su traducción del Arte de escribir de Condillac, impresa sin su anuencia en 1824; y sobre todo en uno de sus fundadores estudios gramaticales: el Análisis ideológica de los tiempos de la conjugación castellana, obra que comenzó a escribir hacia 1810 y que se publicaría en Chile en 1841.

El exilio londinense (1810-1829)

El momento decisivo en la vida y carrera intelectual de Andrés Bello fue la decisión de la Junta Patriótica, a raíz de los acontecimientos del 19 de abril de 1810, de enviar a Londres una misión diplomática con la encomienda de lograr la adhesión del gobierno inglés a la causa de la reciente y frágil declaración de independencia venezolana. El 10 de junio de ese año zarparon en la corbeta inglesa del general Wellington los miembros de la misión designados por la Junta, Simón Bolívar y Luis López Méndez, a quienes escoltaba Andrés Bello en calidad de traductor.

Bello ignoraba que ese viaje que entonces iniciaba lo alejaría para siempre de su ciudad natal, y que la ciudad a la que se dirigía, Londres, sería su residencia permanente durante los próximos diecinueve años. El primer acontecimiento importante de su nueva vida londinense se cifró también en el encuentro con un gran hombre: Francisco de Miranda. Llegados a la capital inglesa el 14 de julio, los tres integrantes de la misión recibieron alojamiento, consejos y ayuda de parte de Miranda, quien a su vez decidió sumarse al proceso independentista viajando a Caracas.

El 10 de octubre, fecha de su salida de Londres, Miranda dejó instalados en su casa de Grafton Street a López Méndez y a Andrés Bello, quien residiría allí hasta 1812. Bello tuvo acceso a la espléndida biblioteca del prócer, que ocupaba todo un piso. Cuando el 5 de julio de 1811 se declaró la Independencia de Venezuela, ambos fueron designados representantes del nuevo gobierno secesionista en la capital inglesa, cargo que perdieron al reconquistar los españoles el poder un año después.

Andrés Bello



Comenzó entonces para Bello, quien no pudo regresar a Venezuela so pena de ser procesado ante un tribunal militar por traición, un largo período de penurias económicas, que se prolongó durante una década. Tuvo mala suerte en las gestiones que inició para lograr un cargo y un sueldo. Así, en 1815, su solicitud de un puesto al gobierno de Cundinamarca fue interceptada por las tropas de Pablo Morillo y nunca llegó a su destino, y su posterior ofrecimiento de servicios al gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, a pesar de ser aceptada, nunca tuvo efecto, ya que se vio incapacitado para trasladarse a Buenos Aires.

Mientras tanto, fue viviendo de trabajos a destajo: dio clases particulares de francés y español, transcribió los manuscritos de Jeremy Bentham y se desempeñó como institutor de los hijos de William Richard Hamilton, subsecretario de Relaciones Exteriores, puesto que logró gracias a su amistad con José María Blanco White, el gran intelectual sevillano exiliado en el Reino Unido y simpatizante con la causa independentista americana.

Pero éste fue también un período formativo de gran riqueza intelectual para Bello. Se vinculó activamente al círculo de los emigrados españoles, todos liberales y algunos de ellos, como Blanco White, grandes escritores, que hicieron de Londres su refugio durante las dos oleadas absolutistas en España. Por otra parte, en ningún momento dejó Andrés Bello de estudiar y acumular conocimientos. De su numerosa producción ensayística de estos años, se destacan precisamente sus trabajos filológicos, escritos o concebidos e iniciados en Londres, algunos de los cuales adquirirán con el tiempo la condición de clásicos.

Bello compaginó sus investigaciones científicas y críticas, en estos años de estrecheces económicas, con las actividades literarias. Lo mejor de su producción en este campo se cifra en sus composiciones poéticas, sobre todo en sus dos grandes silvas: la Alocución a la poesía, que dio a la imprenta en 1823, y la célebre La agricultura de la zona tórrida, publicada en 1826. Dentro de un molde neoclásico impecable, Bello vertió en ellas, por primera vez en la historia de las letras, grandes temas americanos, desde la exaltación de la gesta independentista hasta el canto a la feracidad de la naturaleza del continente.

Otra faceta notable de la formación que Bello se dio a sí mismo en estos años es la relacionada con el derecho internacional. A los conocimientos que había acumulado como funcionario de la Corona española, pudo agregar en estos años de intenso estudio un conocimiento a fondo de los cambios y desarrollos que se habían ido produciendo en esta área a raíz de las guerras napoleónicas, la Independencia de América y el Congreso de Viena. Bello adoptó la concepción liberal del Estado, propia de los utilitaristas ingleses, cuyo principal teórico, Jeremy Bentham, se convirtió en la fuente de su pensamiento político e institucional.

No menos importante fue el cuarto frente hacia el que Bello dirigió sus estudios y actividades. La ejemplar labor de publicista llevada a cabo por Blanco White en la capital inglesa durante aquellos años sin duda le sirvió de modelo, y después de colaborar en El Censor Americano con artículos en defensa de la causa independentista, participó activamente, junto con Juan García del Río, en la edición de las revistas Biblioteca Americana (1823) y Repertorio Americano (1826-1827), en el marco de las actividades de la Sociedad de Americanos de Londres, que contribuyó a fundar.

En la esfera de su vida privada, también los años de Londres significaron para Andrés Bello la asunción de su plena madurez. En mayo de 1814 contrajo matrimonio con Mary Ann Boyland, de veinte años, con quien tuvo tres hijos y de quien enviudó en 1821. Tres años después de este luctuoso acontecimiento, se casó en segundas nupcias con Elizabeth Antonia Dunn, también de veinte años, quien le acompañó hasta el final de sus días y le dio nada menos que doce hijos, tres de ellos nacidos en la capital inglesa.

Dos años antes de contraer su segundo matrimonio pudo Bello, por fin, volver a desempeñarse en un cargo de responsabilidad oficial, al ser nombrado secretario interino de la legación de Chile en Londres, a cargo de Antonio José de Irisarri. Junto con Irisarri había colaborado con El Censor Americano en 1820, y se había fraguado entre ambos una amistad basada en el mutuo respeto intelectual.

A partir de ese momento Andrés Bello lograría destacados reconocimientos a su labor y nombramientos a cargos de relieve e importancia política: un año antes de ser elegido miembro de número de la Academia Nacional de Bogotá, en 1826, se había encargado de la secretaría de la legación de Colombia en Londres, en la que apenas dos años después ascendió a encargado de negocios, y en 1828 recibió el nombramiento de cónsul general de Colombia en París, poco antes de recibir el encargo, por parte del gobierno colombiano, de la máxima representación diplomática de ese país ante la corte de Portugal. Pero prefirió marchar a Chile con su familia.

Chile, la patria definitiva (1829-1865)

Andrés Bello partió de Londres el 14 de febrero de 1829, a bordo del bergantín inglés Grecian, y holló suelo de la que iba a convertirse en su definitiva patria en Valparaíso, el 25 de junio. Salvo breves estancias en este puerto y en la hacienda de los Carrera, en San Miguel del Monte, vivió hasta su muerte en la capital chilena, Santiago. El desempeño de Bello en este país traza el arco ascendente de una de las carreras públicas e institucionales más brillantes que pudiera concebir un americano de su tiempo.

Inmediatamente, al llegar fue nombrado oficial mayor del ministerio de Hacienda. Al año siguiente inició la publicación de El Araucano, órgano del que fue redactor hasta 1853, y se encargó como rector del Colegio de Santiago. Pero la pasión pedagógica de Bello, iniciada en su adolescencia caraqueña, lo llevó a dar clases privadas, en su propio domicilio, a partir de 1831. Han llegado hasta nosotros los textos de sus cursos, dedicados al estudio del derecho romano y a la ordenación constitucional. Bello siempre estuvo convencido de que la instrucción y el cultivo espiritual son la base del bienestar del individuo y del progreso de la sociedad, razón por la cual nunca dejó de fomentar el estudio de las letras y de las ciencias; propuso la apertura de Escuelas Normales de Preceptores y la creación de Cursos Dominicales para los trabajadores.

También dio un fuerte impulso al teatro chileno con sus comentarios críticos a las representaciones y sus sugerencias a los actores en El Araucano. En este sentido, comparte con José Joaquín de Mora el mérito de ser el creador de la crítica teatral. Tradujo el drama Teresa, de Alejandro Dumas, e inculcó en sus discípulos el gusto por la adaptación de obras extranjeras. Su conocimiento del teatro griego y el latino, el análisis de las obras de Plauto y Terencio y la lectura de Lope de Vega y Calderón de la Barca le dieron la solidez suficiente para opinar sobre el asunto.

Otro nombramiento, el de miembro de la Junta de Educación, precede su admisión por el Congreso chileno a la plena ciudadanía, el 15 de octubre de 1832. Dos años después se desempeñaba como oficial mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores, función que asumió hasta 1852, y en 1837 era elegido senador de la República, cargo que conservó hasta su muerte. En los últimos años de su vida, sus vastos conocimientos en materia de relaciones internacionales le valieron ser elegido para arbitrar los diferendos entre Ecuador y Estados Unidos (1864) y entre Colombia y Perú (1865), honor este último que se vio obligado a declinar por motivos de salud, hallándose ya gravemente enfermo.

Andrés Bello (detalle de un retrato
de Raymond de Monvoisin, 1844)



El generoso reconocimiento que los chilenos le tributaron a Bello durante los treinta y seis últimos años de su vida lo colmó de satisfacciones. Pero entre todas ellas, cabe suponer que no las que pudieran derivar del poder político, sino otras, fueran las más estimadas para un hombre animado por un proyecto civilizador como el suyo, que puede resumirse en las palabras que utilizó Arturo Uslar Pietri para aquilatarlo: "Un empeño tenaz de reunir ciencia y conocimiento para decirle a los pueblos hispanoamericanos de dónde venían, con cuáles recursos contaban y el panorama del mundo en que les tocaba afirmarse y actuar".

A diferencia de tantos de sus más ilustres contemporáneos americanos, Andrés Bello no fue un hombre que ambicionara acumular honores y poder, y en cambio veía en el avance de la educación y las luces de las jóvenes repúblicas americanas, así como en la consolidación de las instituciones reguladoras de su recién conquistada libertad, el mejor servicio que podía rendirle a América. También Uslar Pietri lo dijo a su manera: "En su bufete de Chile, en su cátedra, en su poesía, en su prosa, en su palabra, estaba haciendo una América, una Venezuela, un Chile, un México más perdurables y grandes que los demagogos y los guerrilleros pretendían alcanzar en la dolorosa algarabía de sus revueltas y asaltos".

Por eso la hora que vivió como la coronación de los largos años de esfuerzos de su exilio londinense fue la que le trajo la inauguración de la Universidad de Chile, en 1843, cuyos estatutos él mismo había redactado un año antes y cuyo rectorado asumió gozoso, siendo reelegido mientras vivió. El discurso pronunciado por Andrés Bello en aquella oportunidad ofrece un compendio de sus concepciones pedagógicas y una guía para la orientación de los estudios superiores.

Del mismo modo, la publicación de sus inmensos estudios gramaticales sobre la lengua castellana iniciados en Reino Unido debieron de ser una ocasión de júbilo, que tuvo su punto álgido con la Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos, publicada en Chile en abril de 1847. Llegado a este punto de su carrera, Bello siguió investigando, escribiendo y publicando obras de gran interés científico y práctico: Principios de derecho de gentes (1832) es la primera obra que publica en Chile, y que después retomará, ampliará y transformará, en 1844, en un ya clásico Principios de derecho internacional.

Andrés Bello

Siguieron a esta obra los Principios de ortología y métrica, en 1835; en 1841, el poema El incendio de la Compañía, considerado en Chile como la primera manifestación local del romanticismo; una Gramática latina, en 1846; una Cosmografía, en 1848; una Historia de la literatura, en 1850, y en 1852, veintidós años después de haber iniciado su redacción en compañía de Juan Egaña, la culminación de la que es sin duda su obra más titánica, verdadero resumen de su concepción del estado liberal, cuya implantación propugnaba en toda América: el Código Civil de la República de Chile, que el Congreso chileno aprobó en 1855.

A estos textos hay que agregar una Filosofía del entendimiento, publicada póstumamente en 1881. En su lecho de agonía, encendido en fiebre, Bello musitaba palabras incomprensibles. Los que se inclinaban a recogerlas pudieron descifrar algunas: en su última hora, recitaba en latín los versos del encuentro de Dido y Eneas, de la Eneida.

Obras de Andrés Bello

En la primera mitad del siglo XIX, cuando el período colonial va camino de su definitivo eclipse, surgen tres figuras imprescindibles en la historia de la formación de la nacionalidad venezolana: Simón Rodríguez, Andrés Bello y Simón Bolívar. Si bien es cierto que este último, además de notable escritor, fue el principal responsable de la independencia política del país, los dos primeros lo fueron de su independencia espiritual. La figura de Andrés Bello resulta menos "familiar" que la de Simón Rodríguez, y esta distancia quizás se deba a esa suerte de nicho donde lo ha colocado la cultura oficial venezolana. Sin embargo, es imposible restarle méritos a la obra de este insigne humanista.

Excelente poeta, filólogo ilustre, erudito estimable, diplomático discreto, político ponderado y pensador singular, Andrés Bello representó la aspiración a la independencia cultural de Hispanoamérica y fue un polígrafo incansable: sus obras completas abarcan veinte tomos. Ya se ha reseñado la extraordinaria labor cívica que desempeñó en Chile, donde residió desde 1829 hasta su muerte: entre otras cosas, redactó el Código Civil de esta nación y fundó la Universidad de Santiago.

En esta ciudad publicó su importante Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos (1847), un trabajo sobre el que giraron las más importantes polémicas sobre el castellano de América a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX. Otra de sus piezas brillantes, digna de una atenta relectura, es su discurso de apertura de la Universidad de Chile. En cuanto al estilo, es uno de los momentos más altos de su prosa y, además, demuestra que ninguna rama del conocimiento era ajena a su saber.

Obras poéticas

Como poeta, la valoración actual de su obra le otorga una importancia más documental que literaria. Andrés Bello poseía una extensa erudición poética, amén de un minucioso conocimiento del oficio, pero carecía del don creador. En el fondo (y a pesar de que, como dice Mariano Picón Salas, fue romántico a ratos), Bello nunca pudo salir del molde del neoclasicismo en el que se había formado, y es antes un diestro versificador que un verdadero poeta. Su extensa e inacabada Silva a la agricultura de la zona tórrida (fruto de su estancia en Londres entre 1810 y 1829) es una palpable muestra de pasión americanista.

Un modo natural de clasificar los poemas de Andrés Bello es separar las poesías originales de las traducciones o imitaciones. Así, en un grupo encontramos poemas de imitación, traducidos o versionados, como Los DjinnsLa tristeza de OlimpioOración para todosMoisés salvado de las aguas y Fantasmas, bajo la influencia de Víctor Hugo. Se le debe asimismo una traducción en verso del Orlando enamorado. Como filólogo, Andrés Bello se aplicó al remozamiento del Poema del Cid, trabajo que dejó inconcluso. Comenzada en 1823, su versión del Poema del Cid o Gesta de mío Cid constituye una obra maestra de erudición y buen gusto, siendo quizás la que más ha contribuido a difundir su nombre.

La parte original de su producción la constituyen piezas como Al campo y El proscritoAl campo es una especie de égloga. En El proscrito, Bello mezcla el humor con la poesía: el caballero Azagra, descendiente de guerreros, anda aquí en gresca, como un nuevo Sócrates, con una moderna Xantipa. Sus dos poemas más importantes son Alocución a la Poesía (1823) y Silva a la agricultura de la zona tórrida (1826). Ambos fueron publicados en las revistas londinenses que editaba Bello: la Biblioteca Americana y el Repertorio Americano, respectivamente.

Alocución a la Poesía (1823) viene a ser, con sus dos silvas, la obra más sobresaliente de Andrés Bello. En la primera silva, el autor invita a la Poesía a abandonar Europa por el prodigioso mundo descubierto por Colón, y el poeta alaba las grandiosas bellezas de la naturaleza americana. Después, Bello celebra las hazañas bélicas de la guerra de la independencia. En la Silva a la agricultura de la zona tórrida (1826) exhorta a los americanos a la paz, aconsejándoles trocar las armas por los útiles del labrador. Un estilo rico, de gran colorido, caracteriza en general toda su producción.

Obras filológicas

Pero quizás la de filólogo haya quedado como la faceta más perdurable de la personalidad de Bello. Ya se ha aludido a su reconstrucción del Poema del Cid; es preciso reseñar ahora su obra Principios de ortología y métrica de la lengua castellana, publicada en Santiago de Chile en 1835. La primera parte, la ortología, en la que analiza las bases prosódicas del español y los vicios habituales de pronunciación, especialmente los de Hispanoamérica, se considera hoy envejecida ante los modernos estudios de fonética, que han renovado totalmente esta disciplina.

Pero la métrica, que es la obra de un erudito y de un poeta, sigue teniendo plena actualidad. Frente a Hermosilla y Sicilia, que representaban el criterio neoclásico que quería a todo trance ver en el verso castellano la sucesión de sílabas largas y breves (es decir, un remedo de los pies griegos y latinos), Andrés Bello planteó los verdaderos fundamentos del verso castellano: "Después de haber leído con atención -dice- no poco de lo que se ha escrito sobre esta materia, me decidí por la opinión que me pareció tener más claramente a su favor el testimonio del oído".

Bello se basó en el oído y, también, en la práctica de los buenos poetas. Y así como deslatinizó la gramática castellana para analizar el verdadero sistema gramatical de su lengua, desterró de la métrica castellana (como señaló Pedro Henríquez Ureña) el fantasma de la cantidad silábica que había dominado todo el siglo XVIII. Los estudios de Bello pusieron el verso castellano sobre sus bases silábicas y acentuales.

La Real Academia Española, que había nombrado a Bello miembro honorario en 1851, aceptó sus principios en acuerdo del 27 de junio de 1852 y le pidió permiso para adoptar su obra, reservándose el derecho de anotarla y corregirla. De mayor importancia es aún su Gramática de la lengua castellana (1847), obra renovadora, de sencillez revolucionaria, impregnada del buen sentido y de la intuición genial que caracterizó la vida y la obra de aquel hombre sencillo e ilustre.

Obras filosóficas y jurídicas

La Filosofía del entendimiento fue publicada póstumamente como primero de los quince tomos de las Obras completas de don Andrés Bello, edición patrocinada por Chile que vio la luz a partir de 1881. Por las partes de esta obra aparecidas a partir de 1843 en la revista El Araucano, consta que Bello estaba en posesión de sus ideas básicas sobre filosofía desde esa época. Pensada como libro de texto, pero elaborada de forma innovadora, tiene como objeto de investigación un campo mucho más amplio que el mero entendimiento humano, puesto que en él incluye hasta la metafísica.

De primera formación escotista, con tendencias a la ciencia fisicomatemática, que predominaba cuando Bello estudió en Caracas (1797), y de matiz sensista, a lo Condillac, tendencia entonces dominante aun entre los religiosos, Bello acentuó cada vez más sus preferencias por el idealismo estilo Berkeley, impregnado de un espiritualismo muy a lo Cousin. De la formación inicial en las ideas de Escoto guardó, aparte de la separación reverente de fe y razón, la afición y cultivo de la gramática lógica pura y de la lógica matemática, que se hallan en la segunda parte de Filosofía del Entendimiento y que son cronológicamente independientes de los ensayos primeros en lógica matemática de George Boole. La obra mereció grandes elogios de Marcelino Menéndez Pelayo, quien en 1911 la juzgaría "la más importante que en su género posee la literatura americana".

En el plano jurídico, los Principios de derecho de gentes (1832) de Andrés Bello ilustran su condición de jurista preparado y capaz, de reputado político e internacionalista que desempeña importantes cargos públicos en Chile y cuyos servicios son solicitados por los Estados Unidos para un arbitraje en cuestión de límites, y también por Perú y Colombia. Más influyente sería aún su labor como redactor del Código Civil chileno de 1852, cuerpo jurídico promulgado en 1855 que reglamenta las relaciones de la vida privada entre las personas. En vigencia desde 1857, fue un código modelo para diferentes naciones sudamericanas, y no necesitó de una primeras reformas hasta 1884.

En 1840, 1841 y 1845 se habían nombrado comisiones encargadas de redactar un proyecto de Código Civil, pero indefectiblemente habían terminado sucumbiendo ante la magnitud de la empresa y disolviéndose sin lograr resultado alguno. Andrés Bello, miembro de la última, prosiguió por sí solo dicho trabajo, hasta que, concluido, pudo presentarlo en 1852 al gobierno, el cual ordenó su impresión y nombró una comisión revisora presidida por el propio presidente, Manuel Montt. Cumplida esta tarea, el proyecto fue enviado para su aprobación al Congreso Nacional. El 14 de diciembre de 1855 se promulgaba como ley de la República para comenzar a regir el 1 de enero de 1857.

El nuevo código armonizó sabiamente el antiguo derecho de Roma y de España con los nuevos principios de la Revolución Francesa recogidos en el Código Napoleónico. A diferencia de las excentricidades que cometían algunos gobiernos de la región, como el de Andrés Santa Cruz, que en su tiempo había dispuesto la traducción y promulgación del Código Napoleónico para Bolivia, Andrés Bello supo adaptar a la realidad cultural americana la tradición jurídica europea. Por esta razón fue adoptado como propio por otros gobiernos americanos, y en Chile se encuentra aún vigente, aunque, obviamente, con cambios significativos.


Andrés Bello
AndresBello.jpg
Retrato de Andrés Bello realizado por Raymond Monvoisin

Coat of arms of the University of Chile.svg
Rector de la Universidad de Chile
21 de julio de 1843-15 de octubre de 1865
PredecesorFundación de la Universidad
SucesorManuel Antonio Tocornal

Emblema Senado de la Republica Chile.png
Senador de la República de Chile
por Santiago
1 de marzo de 1837-1 de marzo de 1865

Oficial Mayor Auxiliar del Ministerio de Hacienda de Chile
1829-1834
PresidenteJosé Joaquín Prieto (1831-1834)
Francisco Antonio Pinto Díaz (1829)
PredecesorJosé Raimundo del Río Cruz
SucesorRafael Vial Formas

Información personal
Nacimiento29 de noviembre de 1781
CaracasCapitanía General de VenezuelaReino de España
Fallecimiento15 de octubre de 1865 (83 años)
Santiago (Chile)
Causa de muertemuerte natural
ResidenciaSantiagoChile
Nacionalidadvenezolana
Chilena
Española
Religióncatólica
Lengua maternaespañol
Familia
PadresBartolomé Bello
Ana Antonia López
CónyugeMary Ann Boyland (matr. 1814; fall. 1821)
Elizabeth Antonia Dunn (matr. 1824)
HijosCarlos Bello Boyland Ver y modificar los datos en Wikidata
FamiliaresJoaquín Edwards (bisnieto)
Emilio Bello Codesido (nieto)
Belisario Prats (yerno)
Educación
Educado enReal y Pontificia Universidad de Caracas
Alumno deSimón Rodríguez Ver y modificar los datos en Wikidata
Información profesional
Ocupaciónfilósofopoetatraductorfilólogo, ensayista, político y diplomático
Empleador
Géneroneoclasicismo
Obras notablesCódigo Civil de Chile
Partido políticoIndependiente
FirmaFirma de Andrés Bello.svg

Andrés de Jesús María y José Bello López (Caracas, 29 de noviembre de 1781-Santiago de Chile, 15 de octubre de 1865), conocido como Andrés Bello, fue un filósofo, poeta, traductorfilólogo, ensayista, político, diplomático y humanista venezolano, nacionalizado chileno.​ Considerado como uno de los humanistas más importantes de América, hizo contribuciones en innumerables campos del conocimiento.

En Caracas (Capitanía General de Venezuela) fue maestro de Simón Bolívar durante un corto período de tiempo y participó en el proceso que llevó a la independencia venezolana. Como parte del bando revolucionario integró, junto con Luis López Méndez y Simón Bolívar, la primera misión diplomática a Londres, ciudad en que residió entre 1810 y 1829.

En 1829 embarcó junto con su familia hacia Chile, contratado por el gobierno de dicho país, donde desarrolló grandes obras en el campo del derecho y las humanidades. En Santiago alcanzó a desempeñar cargos como senador y profesor, además de dirigir diversos periódicos locales. Como jurista, fue el principal impulsor y redactor del Código Civil de Chile, una de las obras jurídicas americanas más novedosas e influyentes de su época. Bajo su inspiración y con su decisivo apoyo, en 1842 fue creada la Universidad de Chile, institución de la cual se erigió en primer rector por más de dos décadas.

De entre sus principales obras literarias, destacan la Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos (1847), obra de referencia aún hoy imprescindible para los estudios gramaticales, los Principios del derecho de gentes, el poema «Silva a la agricultura de la zona tórrida» y el ensayo Resumen de la Historia de Venezuela, entre otras.

Biografía

Caracas (1781-1810)

Nació en Caracas (Venezuela) el 29 de noviembre de 1781 como hijo primogénito de Bartolomé Bello, abogado y fiscal (1758-1804), y de Ana Antonia López. En su ciudad natal, cursó las primeras letras en la academia de Ramón Vanlonsten. Leyó los clásicos del siglo de oro, y desde muy joven frecuentó el Convento de Las Mercedes, donde aprendió latín de manos del padre Cristóbal de Quesada, a cuya muerte en 1796 Bello tradujo el libro V de la Eneida.

En 1797 comenzó sus estudios en la Real y Pontificia Universidad de Caracas, donde se graduó de bachiller en artes el 14 de junio de 1800. Ese mismo año, antes de graduarse, recibió en Caracas al naturalista alemán Alexander von Humboldt y a su compañero, Aimé Bonpland, y los acompañó a escalar y explorar el Cerro Ávila, que separa la ciudad del Mar Caribe.

También cursó estudios inacabados de derecho y medicina, aprendió por su propia cuenta inglés y francés, y dio clases particulares, contándose el joven Simón Bolívar entre sus alumnos. Sus traducciones y adaptaciones de textos clásicos le dieron prestigio, y en 1802 ganó por concurso el rango de Oficial Segundo de Secretaría del gobierno colonial. Durante el periodo 1802-1810, Bello se convirtió en una de las personas intelectualmente más influyentes en la sociedad de Caracas, destacándose al desempeñar labores políticas para la administración colonial, además de ganar notoriedad como poeta, al traducir la tragedia Zulima de Voltaire.​ Al llegar la primera imprenta a Caracas en 1808, la gran notoriedad de Bello lo volvió el candidato ideal para asumir la dirección de la recién creada Gaceta de Caracas, una de las primeras publicaciones venezolanas.

Los sucesos revolucionarios del 19 de abril de 1810, en los que participó Bello, iniciaron la independencia de Venezuela, siendo destituido el capitán general Vicente Emparan por el Cabildo de Caracas. La Junta Suprema de Caracas enseguida nombró a Bello Oficial Primero de la Secretaría de Relaciones Exteriores. El 10 de junio de ese año, zarpó en misión diplomática como representante de la naciente República: fue comisionado, junto con Simón Bolívar y Luis López Méndez, para lograr el apoyo británico a la causa de la independencia. Bello fue escogido por sus conocimientos y su dominio de la lengua inglesa, que había adquirido de forma autodidacta.

Londres (1810-1829)

La corbeta en la cual viajaba la comisión llegó al puerto de Portsmouth el 10 de julio de 1810, lugar desde el que se dirigieron hacia Londres con el fin de establecer contactos con miembros de las altas esferas británicas. La misión encomendada a Bello, Bolívar y López encuentra graves problemas para desarrollar su labor, puesto que la situación política había cambiado el eje de los intereses ingleses respecto de América. Por un lado, la invasión napoleónica a España había acercado al Reino Unido con su tradicional enemigo, frente al peligro común que consistía Napoleón Bonaparte. Esto significó para el gobierno de Londres tener que ayudar a la causa hispana, otorgándole créditos y ayuda a la Junta Suprema Central que gobernaba en nombre del "cautivo" Fernando VII. Sin perjuicio de aquello, y utilizando un doble discurso, Londres toleraba la propaganda independentista americana en su territorio, en especial la realizada por el también venezolano Francisco de Miranda, al mismo tiempo que le otorgaba a los americanos la calificación de beligerantes. Los intereses británicos con la independencia de las colonias españolas de América no iban más allá.

Con esos antecedentes, la delegación venezolana fue recibida por el canciller británico Richard Wellesley, hermano del Duque de Wellington, en cinco entrevistas no oficiales realizadas en su domicilio particular. La postura británica fue clara y desde el principio dieron a entender que en esos momentos, el apoyo político a la causa de la independencia era imposible y trataron de desviar las negociaciones hacia acuerdos comerciales más acordes con los intereses británicos, en un intento además de presionar a España para que les dejase comerciar libremente con sus colonias. Otra de las razones para permitir el recibimiento informal de la embajada venezolana era el de evitar que los mismos tuvieran que recurrir a la ayuda francesa, pese al escaso interés mostrado por Bonaparte hacia la región. El fracaso de la misión provoca el regreso de Bolívar al Nuevo Mundo, con el fin de sumarse a la guerra que arreciaba entonces en el continente. Bello y López quedan entonces a cargo de la embajada, empezando a vivir diversas penurias económicas ante el cada vez más escaso aporte realizado por el gobierno de la naciente república.

En esta época Bello empieza a desenvolverse dentro de la sociedad londinense, trabando una breve pero influyente amistad, durante el escaso tiempo que confluyeron en dicha ciudad, con Francisco de Miranda. Este aprovechó los amplios conocimientos de Bello para sumar a distintos actores a la causa. Miranda en aquella época residía bajo el amparo británico en Londres, con el fin de escapar de la constante persecución española, quien lo había convertido en uno de sus principales enemigos. Bolívar, López y Bello fueron recibidos por Miranda en su casa de Grafton Street, a donde concurrieron reiteradamente con el fin de acceder a las esferas de influencia que Miranda había desarrollado.

Otro de los personajes que ejercería una amplia influencia sería su amigo José María Blanco White, protegido de Lord Holland. Sería este último, bajo instancias de Blanco, quien le proporcionaría cierta estabilidad a Bello, al contratarlo como su bibliotecario y profesor particular. Junto con este se desempeña en el periódico El Español, que no abogaba por una independencia total de España. En tal medio se desempeñó como redactor, y en su calidad de tal tomó contacto con personajes como Francisco Antonio Pinto, futuro presidente de Chile, Antonio José de Irisarri, encargado de negocios de Chile y quien impulsaría su viaje a Santiago; Servando Teresa de Mier, con quien colaboraría en El EspañolJames Mill, economista y político escocés y padre de John Stuart MillJeremy Bentham, filósofo inglés, padre del utilitarismo; y los españoles Vicente SalváBartolomé José Gallardo y Antonio Puigblanch, entre otros.

Pese a la ayuda recibida por Blanco White, la situación económica de Bello se hace cada vez más precaria. En 1812 manifiesta su intención de regresar a Venezuela, pero el gran terremoto que asoló Caracas el 26 de marzo de 1812 no permitió aquello e impidió además que su familia pudiera ayudarlo, dada la pérdida de buena parte del patrimonio familiar. Para agravar más la situación, la derrota patriota y la caída de la Primera República significan el fin de todo apoyo económico desde América y el encarcelamiento de su amigo Francisco de Miranda. Ante tales descalabros, Andrés Bello presentó una solicitud de amnistía que tentativamente había anunciado el gobierno español ante el fracaso momentáneo de la independencia americana. Tal solicitud aparece presentada en la embajada española en Londres, fechada el 31 de junio de 1813 (no 1812), un curioso error en un eficiente y minucioso funcionario público. En una parte de aquella petición Bello expresó:

El suplicante puede alegar también en su favor la notoria moderación de sus opiniones y conducta, que aún llegaron a hacerle mirar como desafecto de la causa de la Revolución; y cita en su abono el testimonio de cuantas personas le hayan conocido en Caracas, de las cuales no será difícil se encuentren muchas en Cádiz
Andrés Bello

La petición de Bello no tuvo ningún resultado. Al año siguiente trabó relación, por medio de El Español, con el sacerdote Servando Teresa de Mier, destacado revolucionario mexicano que publicaría varios textos en defensa de la causa americana. Además, se relacionó con Francisco Antonio Pinto, quien en esos momentos se desempeñaba como agregado comercial en la capital británica. Este le dio a conocer a Bello que los patriotas chilenos se habían inspirado en el poema épico de La Araucana, de Alonso de Ercilla, para su causa. Pinto, quien anteriormente se desempeñaba como agente comercial, había sido comisionado por el gobierno de Chile como su agente (embajador), primero en Buenos Aires y después en Londres. En este lugar confrontó, al igual que Bello, la caída del gobierno patriota tras la derrota de Rancagua, que sumió a Pinto en una situación de grave carestía. Pese a encontrarse en una situación similar, Bello ayudó en todo lo posible, junto a Manuel de Sarratea, al infortunado diplomático. Así trabaron los dos una profunda amistad, siendo Pinto uno de los escasos miembros de su círculo cercano. De regreso a Chile, Pinto tomaría parte en las victorias patriotas en Chacabuco y Maipú, formando parte de la cúpula política del país. En 1827, ante la renuncia del capitán general Ramón Freire a la primera magistratura, Pinto es elegido como Presidente de Chile. Durante su breve ejercicio del cargo, en vísperas de la guerra civil y la derrota liberal en Lircay, en uno de sus últimos decretos nombra a Bello como oficial segundo del Ministerio de Hacienda de Chile, cargo que no ocupó.


En mayo de 1814 Bello contrajo matrimonio con la inglesa de 20 años Mary Ann Boyland. De esta unión nacen sus primeros tres hijos Carlos (1815), Francisco (1817) y Juan Pablo Antonio (1820). Su vida familiar se ve constantemente afectada por la falta de sustento, que intenta mejorar solicitando un empleo al gobierno de Cundinamarca, en 1815, y al de las Provincias Unidas del Río de la Plata, al año siguiente. En este último caso, el trabajo fue concedido a Bello, pero por razones poco claras nunca lo asumió en propiedad. Su situación alcanza en 1816 a mejorar un poco al recibir alguna ayuda por parte del gobierno británico, con lo que pudo realizar algunas investigaciones en la biblioteca del Museo Británico. En este lugar se encontraba trabajando, cuando Thomas Bruce, conde de Elgin, presentó los mármoles del Partenón, en 1819. Al año siguiente colaboró con James Mill en la transcripción de los manuscritos de Jeremy Bentham. Su esposa se vio afectada por la tuberculosis, enfermedad de la que falleció el 9 de mayo de 1821, seguida por su hijo Juan Pablo, en diciembre de aquel año, siendo el primero de nueve de sus hijos que vio morir en vida.


En esta época trabaría también amistad con el granadino Juan García del Río y, más importante aún para su futuro, conoció en 1819 al guatemalteco Antonio José de Irisarri, quien se había desempeñado como director supremo interino de Chile en 1814, y después de la independencia de Chile como canciller de la nueva República. Ese mismo año le escribió a Irisarri solicitándole ayuda, con el fin de ser contratado en la legación chilena en Londres. Tal designación demoró más de seis meses, aunque Bello logró finalmente ser designado para un empleo estable, como secretario de la legación en junio de 1822. Sus dificultades económicas terminaron con ese cargo.


Durante su desempeño como secretario, Bello sigue las instrucciones de Irisarri, a quien se le encomienda lograr el reconocimiento de Chile por Francia y el Reino Unido, además de conseguir un empréstito para la naciente república. El encargado Irisarri responde a órdenes directas del director supremo Bernardo O'Higgins, quien se desempeña en el mando hasta su forzada abdicación, el 28 de enero de 1823. Irisarri se ve entonces interpelado por un nuevo delegado del gobierno, Mariano Egaña, quien mantenía una antigua disputa con Irisarri. Bello se ve envuelto en medio de un desagradable conflicto, en el cual se enfrenta con el titular del cargo y su superior directo (Egaña), al mismo tiempo que debe un gran aprecio a su antiguo jefe (Irisarri). Sin embargo, las suspicacias y temores iniciales de Egaña se disipan en el tiempo, al descubrir en Bello una mente brillante. No escatima entonces elogios para hablar de quien se convertiría en uno de sus grandes amigos, haciendo presente en una recomendación enviada en 1826, cuando Bello ya no se desempeñaba en la legación, con el fin de favorecer su contratación por parte del gobierno de Chile. Dice Mariano Egaña en su informe:

La feliz circunstancia de que existan en Santiago mismo personas que han tratado a Bello en Europa, me releva en gran parte de la necesidad de hacer el elogio de este literato: básteme decir que no se presentaría fácilmente una persona tan a propósito para llenar aquella plaza. Educación escogida y clásica, profundos conocimientos en literatura, posesión completa de lenguas principales, antiguas y modernas, práctica en la diplomacia, y un buen carácter, a que da bastante realce la modestia, le constituyen, no sólo de desempeñar muy satisfactoriamente el cargo de oficial mayor, sino que su mérito justificaría la preferencia que le diese el gobierno respecto de otros que solicitasen igual destino
Estatua de Andrés Bello en la Dehesa de la Villa, en Madrid (España).

Durante esta época Bello realiza buena parte de su trabajo como escritor y poeta, dirigiendo y redactando en gran medida el El Censor Americano (1820), La Biblioteca Americana (1823) y siendo el director de El Repertorio Americano (1826). Todas estas obras constituyen por muchos la más grande manifestación europea del pensamiento americano, en la cual se publican diversas y variadas obras sobre ciencias eruditas, filología, estudios de críticas y análisis. En ellas se publican dos de los grandes poemas de Bello, la Alocución a la poesía, de 1823, y la Agricultura en la zona tórrida, de 1826. Se desempeña en la legación chilena hasta 1825, cuando termina su contrato. La situación de Bello mejoró temporalmente en 1822, cuando el guatemalteco Antonio José de Irisarri, ministro de Chile en Londres, lo nombró secretario interino de la legación. Bello le había escrito desesperado el 18 de marzo de 1821 pidiéndole el empleo, y una vez que lo obtuvo, incluso pudo casarse de nuevo, el 24 de febrero de 1824, con Isabel Antonia Dunn, con quien tuvo 12 hijos (3 nacidos en Londres, el resto en Chile). Este puesto lo dejó en 1824 al terminársele el contrato, pero por suerte la secretaría de la Gran Colombia había quedado vacante recientemente y el plenipotenciario Manuel José Hurtado lo nombró interino y propuso para el cargo permanente. El Ministro de Relaciones Exteriores, Pedro Gual, aprobó el contrato de Bello el 9 de noviembre de 1824, y Bello tomó el cargo el 7 de febrero de 1825.

Este golpe de suerte, sin embargo, no resultó como esperaba. Por un lado, debido a la crisis financiera en América, el modesto sueldo de Bello le era pagado irregularmente. Por otro, su relación con Simón Bolívar se deterioró progresivamente por circunstancias tanto presentes como pasadas. En este marco, el 21 de diciembre de 1826 Bello le escribió directamente a Bolívar solicitando que interviniese en mejorar su situación en Londres. Aparte de las razones económicas, su comunicación con Bolívar tenía que ver con la creencia de Bello de que, de alguna manera, su amistad con su antiguo pupilo había decaído. Esto probablemente por los rumores que corrían, desde su llegada a Londres, de que había sido él quien avisó a Vicente Emparan del fracasado alzamiento del 2 de abril de 1810 en Caracas. También por las diferencias ideológicas con el gobierno de Colombia, que había expresado en una carta al patriota mexicano Servando Teresa de Mier, en 1821. Esta carta había caído en manos de Pedro Gual, quien a pesar de haberle dado el trabajo, dudaba de su persona.(22) Quizás por esto o por otras circunstancias, Bello era tratado con indiferencia por el jefe de la legación en Londres, Manuel José Hurtado.

En abril de 1827, Bello le volvió a escribir a Bolívar, pero su situación no mejoró. Peor aún, debido a numerosos retrasos en negocios personales que Bello adelantaba en Londres para Bolívar (la venta de las minas de Aroa), la relación entre ambos se enfrió hasta el punto que Bolívar nombró a otra persona para finiquitar el negocio y Bello finalmente comenzó a buscar trabajo en otra parte.

Bolívar finalmente escribiría a la legación en Londres el 27 de abril de 1829, informando del envío de 3000 pesos para Bello y su nombramiento como cónsul general de Colombia en París, pero entonces ya era demasiado tarde. Bello había partido hacia América el 14 de febrero de 1829, tras aceptar otra oferta de empleo del ministro Plenipotenciario de Chile en Londres, Mariano Egaña Fabres. En ese mismo año pasa a desempeñar labores iguales en la embajada de la Gran Colombia, en las cuales sufre una gran decepción al no ser designado titular del cargo, que ha quedado vacante por parte de Bolívar. En su intercambio epistolar Bello manifiesta su decepción por lo sucedido, manifestando su deseo de abandonar de manera definitiva Europa. En 1828, y ante reiteradas solicitudes de Mariano Egaña, el gobierno de Chile contrata a Bello para un puesto en el Ministerio de Hacienda, abandonando definitivamente el Reino Unido el 14 de febrero de 1829.

Santiago de Chile (1829-1865)

Ándres Bello y su segunda mujer Isabel Dunn en Santiago hacia 1862.
Retrato de Isabel Antonia Dunn, segunda mujer de Bello, con quien tuvo su descendencia en Chile.
Tumba de Andrés Bello en el Cementerio General de Santiago

Bello llegó a Chile en 1829, junto con su esposa Isabel Antonia Dunn, con quien había contraído matrimonio el 24 de febrero de 1824. Casado dos veces, Bello tuvo quince hijos, de los cuales vio morir a nueve —entre ellos: Francisco (1817-1845), Carlos Bello Boyland (1815-1854), Juan (1825-1860) y Emilio Bello Dunn (1845-1875)—.​ Manuel Antonio Tocornal, su sucesor en la rectoría de la Universidad de Chile, señaló:

[Recuerdo] una conversación con el maestro, en la cual me contó que; cuando era muchacho, entró en el dormitorio de su madre y oyó una voz que salía del gran Crucifijo colgado sobre el lecho. La voz extrahumana anunciaba gloria, renombre, honores; y luego decía: "Pagarás todo esto con la muerte de los que engendres, que serán también espíritus nobles y dignos de alcanzar gloria". Bello no era hombre capaz de creer en supercherías; pero cada vez que la muerte le arrebataba a alguno de sus hijos, repetía adolorido: "¡Ya me lo dijo el Cristo de Caracas!".​

Su designación titular fue de Oficial Mayor del Ministerio de Hacienda, académico del Instituto Nacional y fue el fundador del Colegio de Santiago, rival del Liceo de Chile, creado por José Joaquín de Mora. Tuvo una importante participación en la actividad literaria y cultural en la llamada Sociedad Literaria de 1842. Ese mismo año, con la fundación de la nueva Universidad de Chile, se le otorgó el título de primer rector.

Colaboró en la edición del diario El Araucano entre 1840 y 1860, siendo el medio cultural de referencia casi obligatoria en aquella época. Participó en el debate y polémica sobre el carácter de la educación pública, junto con Domingo Faustino Sarmiento. En estos años, durante su estadía en Chile, publicó sus principales obras sobre gramática y derecho, y recibió distintos reconocimientos por tal labor, siendo el más importante el recibido en 1851, cuando fue nombrado miembro honorario de la Real Academia Española.


El Congreso Nacional le otorgó unánimemente la nacionalidad chilena, por gracia, el 17 de octubre de 1832.​ Sin embargo, este acuerdo no fue publicado en El Araucano, el diario oficial de la época. Posteriormente, en la edición del 7 de diciembre de 1832 de ese periódico, se publicó un «aviso oficial» que señaló: «Se han dado cartas de naturaleza á favor de don Benito Fernández Maqueira, de don Carlos Eduardo Mitchall, de don Victorino Garrido, de don Andrés Bello y de don Tomas Ovejero». En consecuencia, Andrés Bello no recibió la nacionalidad por gracia, sino que él la solicitó conforme al reglamento sobre la materia publicado el 9 de noviembre de 1832, tal como cualquier otro extranjero.

Se desempeñó como senador por la ciudad de Santiago entre 1837 y 1864. Fue el principal y casi exclusivo redactor del Código Civil chileno entre 1840 y 1855, considerado una de las obras más originales de la legislación americana. Entre su obra literaria, destaca su traducción libre de la Oración por todos, de Víctor Hugo,​ considerada por muchos la mejor poesía chilena del siglo XIX. Impulsor de la Universidad de Chile,​ fue designado su primer rector, cargo que desempeñó hasta su muerte.

Falleció en la ciudad de Santiago el 15 de octubre de 1865, y fue enterrado en el Cementerio General de dicha ciudad. Ignacio Domeyko señaló, para su funeral:

Dudaría la razón que en una sola vida, un solo hombre pudiera saber tanto, hacer tanto y amar tanto.

Reconocimientos

Cenotafio en honor a Andrés Bello en el Panteón Nacional de CaracasVenezuela.
El presidente venezolano Rafael Caldera, colocando un retrato de Bello en el despacho presidencial de La Casona. Caracas, 1969.
  • En 1883 una ciudad colombiana adoptó su apellido (la ciudad de Bello, en Antioquia); por solicitud de sus pobladores, quienes consideraban el nombre de Bello “Más culto, más propio y más digno del gran patriarca de las letras americanas”.
  • En 1927 Chile instituyó el Día del Libro, a celebrarse en el aniversario de su nacimiento.
  • El 24 de octubre de 1953 se fundó en Caracas la Universidad Católica Andrés Bello, una de las instituciones privadas de educación superior más importantes de Venezuela.
  • En 1957 el Instituto Caro y Cuervo de Colombia creó su unidad docente llamada "Centro Andrés Bello" dando curso a la Resolución XX de la décima Conferencia Interamericana de Caracas. Posteriormente el Centro integró el Convenio Andrés Bello de la Organización de los Estados Americanos para la creación de un espacio cultural común en Iberoamérica. Actualmente, bajo el nombre "Facultad Seminario Andrés Bello" continúa ofreciendo formación en posgrado en las áreas de Lingüística, Literatura, Estudios Editoriales, Español como L2 / Lengua extranjera y Escritura Creativa.
  • Entre 1959 y 1999, existió la Radio Andrés Bello, dedicada a la música docta. Hoy es FM Dos, de Iberoamericana Radio Chile.
  • El 15 de octubre de 1965, el Congreso venezolano creó la condecoración de la Orden Andrés Bello, con la que se premia a personajes destacados en el ámbito de la educación, la investigación científica, las letras y las artes.
  • En 1970 entró en vigor el Convenio Andrés Bello, organización internacional para la integración educativa, artística y científica entre los países de Iberoamérica.
  • El 29 de noviembre de 1981, en el bicentenario de su nacimiento, se inauguró un cenotafio en su honor en el Panteón Nacional de Caracas, por ser uno de los intelectuales caraqueños más destacados y por sus esfuerzos como diplomático a la causa de la independencia de Venezuela.
  • En 1988, una universidad privada de Chile adoptó su nombre, la actual Universidad Nacional Andrés Bello.
  • En diciembre de 1990, en El Salvador, se fundó la Universidad Dr. Andrés Bello, en su honor. La universidad inició sus funciones en febrero de 1991 en San Salvador, la capital del país. Actualmente ha extendido su cobertura a cuatro de los 14 departamentos salvadoreños.
  • A finales del siglo XX, se le representaba primero en el billete de 50 y luego en el de 2000 bolívares de Venezuela y en los billetes de 20 000 pesos de Chile.
  • El 2008, la Universidad de Chile crea una revista en su honor llamada "Bello Publico" en la que se tratan temas de interés humano
  • Desde 2014 el periódico británico The Economist edita una columna sobre temas latinoamericanos, llamada Bello.

Obras

Los Cuadernos de Londres

Durante los casi veinte años que Bello vivió en Londres (1810-1829), dedicó gran parte de su tiempo al estudio y la investigación, sobre todo en la antigua biblioteca del Museo Británico. En su labor usó 13 cuadernillos que fue llenando de notas y transcripciones de sus lecturas. «Dado que Bello utilizó algunas de estas notas en obras publicadas con posterioridad, los cuadernos revisten una singular importancia a la hora de establecer la cronología precisa de su desarrollo intelectual».​ Sin embargo, no hay que olvidar que se trata de apuntes personales que deben considerarse como documentos de trabajo. En 2017, los profesores Tania Avilés e Iván Jaksić publicaron por primera vez los cuadernos en una muy completa edición, la única hasta ahora:

  • Cuadernos de Londres, Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 2017. 902 p. ISBN: 978-956-11-2557-5

Ediciones de las obras completas de Bello

Poemas

  • El romance a un samán, (Caracas)
  • A un Artista, (Caracas)
  • Oda al Anauco, 1800.
  • Oda a la vacuna, 1804.
  • Tirsis habitador del Tajo umbrío (1805)
  • Los sonetos a la victoria de Bailén (1808)
  • A la nave (imitación de Horacio) (1808)
  • Alocución a la Poesía, Londres, 1823.
  • El incendio de la Compañía (canto elegíaco), Santiago de Chile, Imprenta del Estado, 1841.

Obra jurídica

  • Principios de derecho de gentes, Santiago de Chile, Imprenta de La Opinión, 1832;​ tuvo una segunda ed. corregida y aumentada, destinada al uso de los americanos, con el título Principios de Derecho Internacional, Valparaíso, Imprenta de El Mercurio, 1844. (1873)
  • Compendio (Santiago de Chile, 1850).
  • Proyecto de Código Civil Santiago de Chile, Imprenta Chilena, 1853, 4 vols.
  • Proyecto de Código de Comercio, Santiago de Chile, 1853.
  • Código Civil de la República de Chile. Santiago de Chile, Imprenta Nacional, 1856.
  • Código Civil ColombianoBogotá, 1887.

Crítica literaria

  • Opúsculos literarios y críticos, publicados en diversos periódicos desde el año 1834 hasta 1849, Santiago de Chile: B.I.M. Editores, 1850.
  • Compendio de la historia de la literatura; por don Andrés Bello redactado para la enseñanza del Instituto Nacional, Santiago de Chile, Imprenta Chilena, 1850.​
  • Historia de la literatura antigua
  • Arte de escribir con propiedad, compuesto por el Abate Condillac, traducido del francés y arreglado a la lengua castellana, Caracas, Tomás Antero, 1824.
  • El Otro Bello
  • Crítica a Homero
  • Crítica a Ovidio
  • Crítica a Horacio.

Filosofía

  • La sociología de lo bello
  • Filosofía del entendimiento, manuscrito. Hay ediciones modernas: Filosofía del entendimiento y otros escritos filosóficos, prólogo de Juan David García Bacca y Filosofía del entendimiento, (introducción de José Gaos), México: FCE, 1948. También en el tomo I de Obras completas de don Andrés Bello, Santiago de Chile, Imp. de Pedro G. Ramírez, 1881.
  • Filosofía Moral (Psicología mental y ética).
  • Lógica.

Teatro

  • Venezuela Consolada (1805), Drama.

Historia y Geografía

  • Cosmografía o descripción del universo conforme a los últimos descubrimientos, Santiago de Chile, Imprenta de La Opinión, 1848.
  • Resumen de la Historia de Venezuela (Caracas, 1810)
  • Tratado de Cartología Métrica.

Lingüística, Gramática y Retórica

  • Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos, Santiago de Chile, Imprenta del Progreso, 1847.
  • Gramática de la lengua latina, Santiago de Chile, Imprenta de La Opinión, 1838.
  • Análisis ideológica de los tiempos de la conjugación castellana, Valparaíso, Imprenta de M. Rivadeneyra, 1841.
  • Principios de la ortología y métrica de la lengua castellana, Santiago de Chile, Imprenta de La Opinión, 1835.
  • Indicaciones sobre la conveniencia de simplificar i uniformar la ortografía en América (en colaboración con Juan García del Río). Londres: Biblioteca Americana, tomo I, pp. 50-62 (1823).
  • Estudio sobre el Poema del Cid (1816)
  • Estudio sobre la Crónica de Turpín (1816)
  • Esbozo de la Gramática Castellana
  • Estudio de la raíz de todas las ciencias relativas al lenguaje
  • Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida, publicada en el Repertorio Americano en 1826 
  • Enseñanza del Castellano a los Chilenos 1865, Santiago. (Muere durante la obra).

Traducciones

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  • Víctor HugoOración por todos, 1843.
  • Michel NostradamusLas profecías de nostradamus, 1841.
  • Michel NostradamusTestamento de Nostradamus, 1841.
  • Alejandro DumasTeresa; drama en prosa y en cinco actos, por Alejandro Dumas, traducido al castellano y arreglado por don Andrés Bello; representado por primera vez en Santiago, en noviembre de 1839, Santiago de Chile, Imprenta del Siglo (Galería Dramática Chilena; Colección de Piezas Originales y Traducidas en el País), 1846.
  • Arte de escribir con propiedad, compuesto por el Abate Condillac, traducido del francés y arreglado a la lengua castellana, Caracas, Tomás Antero, 1824.

Varios

  • Mis deseos, (Caracas)
  • Venezuela consolada y España restaurada, (Caracas)
  • Calendario manual y guía universal de forasteros en Venezuela para el año de 1810, con superior permiso, Caracas, Imprenta de Gallagher y Lamb, 1810; hay ed. facsimilar en Pedro Grases, El primer libro impreso en Venezuela, Caracas, Ediciones del Ministerio de Educación, Dirección de Cultura y Bellas Artes, 1952.
  • Discurso de inauguración de D. Andrés Bello, rector, Santiago de Chile, Imprenta del Estado, 1842 [sic: 1843].

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Skydiving - La Tortuga, Venezuela. from Richard Scheurich on Vimeo.

BUKE 2011: Venezuela from Joe Rea-Dickins on Vimeo.

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