Las Amantes del Libertador


El 5 de enero de 1822 Bolívar se halla en Cali, en campaña hacia el Sur. Hace cuatro días que ha llegado a este valle poblado a la orilla del río de su nombre. En estos días le ha escrito a José Juaquín Olmedo y a Santander informándole de sus operaciones, y tiempo como siempre le ha quedado para el amor. Ese mismo día 5 le escribe a su adorada Bernardina... “lo que puede el amor!!!” 
Le prosigue: “No pienso más que en ti y en cuanto tiene relación con tus atractivos. Lo que veo, no es más que la imagen de lo que imagino. Tú eres sola en el mundo para mí!. Tú, ángel celeste, sólo animas mis sentidos y deseos más vivos. Por ti espero tener aún dicha y placer, porque en ti está la que yo anhelo. Después de todas estas y otras muchas cosas que no digo por modestia y discreción, no pienses que no te amo. 

 No me acuses de indiferente y poco tierno. Ya ves que la distancia y el tiempo sólo se combinan para poner en mayor grado las deliciosas sensaciones de tus recuerdos. Es justo no culparme más con tus vanas sospechas. Piensa sólo en lo que no puedes negar de mi pasión y constancia eterna. Escríbeme mucho; ya estoy cansado de hacerlo yo y tu, ingrata no me escribes!!!. Hazlo, o renuncio a este delicioso alivio”.

El sobre de esta carta en poder del diplomático colombiano Enrique Naranjo Martínez, dice “Para la Melindrosa y más melindrosa bella Bernardina”. Bolívar, como se ve, por ésta y muchas otras cartas, era un gran enamorado, un apasionado y fervoroso devoto de los altares de Venus. Por algunas de estas amantes sufrió descalabros e inconvenientes en la guerra, pero también algunas de ellas llegaron a salvarle la vida.

A Bernardina, a quien le escribe tan romántica carta desde Cali, se suman: Fanny, en Europa; Pepita Machado, en Angostura; Louise Crober, en Kingstown; doña Josefina Nuñez, mezclada en la falsa alarma de Ocumare de Costa en 1816; Manuelita Saenz, la bella dama que le salvó la vida el 25 de Septiembre de 1828 y quien por seguirlo dejó a su esposo, el médico inglés James Thorner, y otras que figuran en las crónicas de cada pueblo donde el Libertador se detenía en el curso de sus intensas campañas de guerra.

La vida despendolada del libertador Bolívar: su lista inacabable de amantes

Bolívar lideró la lucha por la independencia de América del Sur y cosechó una larga lista de mujeres con las que compartió alcoba.


Conquistador de territorios... y de corazones. A Simón Bolívar, el Libertador, se le recuerda como el hombre que encabezó la lucha por la independencia de América —bajo dominio español—; un líder militar solvente y gobernador déspota, ensalzado por Nicolás Maduro, que soñó con una "liga americana" de estados hispano-americanos independientes, una federación democrática similar a la de Estados Unidos. Pero la otra historia, la que sucedió bajo las sábanas, retrata a Bolívar como un mujeriegosiempre a la caza de un nuevo romance.

Simón Bolívar nació el 24 de julio de 1783 en Caracas. Su familia pertenecía a la aristocracia venezolana y era oriunda de la localidad de La Puebla de Bolívar, en Vizcaya. El criollo, huérfano a los nueve años, fue enviado a estudiar a Madrid en 1799, tras el fallecimiento de su abuelo. Allí conoció a una joven de nombre María Teresa Rodríguez del Toro. Se enamoraron locamente, se casaron en 1802 y volvieron a Caracas. Apenas ocho meses después, María Teresa murió por los efectos de una violenta fiebre.

Roto por la pérdida, desolado, Bolívar no solo regresó a España, sino que también prometió no volver a contraer matrimonio nunca más. Posteriormente se estableció en París, donde descubrió a los grandes autores de la Ilustración, como Rousseau, Montesquieu, Voltaire o Locke. Inició allí un romance envuelto por el misterio con Fanny Du Villars, una aristócrata francesa. No está claro si ambos se conocieron en la capital francesa o en Bilbao, y tampoco si mantenían relación de parentesco —según algunas versiones eran primos—. Pero el interrogante que nunca se ha logrado resolver es el supuesto hijo que habría tenido la pareja.

Bolívar regresó a América del Sur en 1806, rompiendo todos los lazos que le unían a Fanny Du Villars, para embarcarse en cuerpo y alma en el proceso de independencia. Más allá del campo de batalla y las cuestiones políticas, el Libertador siempre estaba acompañado de una mujer a la que previamente había seducido con sus encantos de  galán educado y trato elegante, como relata Eduardo Lozano Torres en Bolívar, mujeriego empedernido.

En su listado de amantes, que según algunos recuentos ascendería a más de tres decenas, destacó alguna mujer por encima de otras, bien sea por la duración de la relación o por los eventos que tuvieron lugar. Josefina Machado, por ejemplo, una venezolana de la clase alta, lo recibió en agosto de 1813 cuando entró de forma triunfal en Caracas. Intimaron prácticamente a primera vista y comenzaron un romance prolongado.

En 1814, los enemigos de la independencia, comandados por el asturiano José Tomás Boves, iniciaron un violento contraataque que obligó a Bolívar y a Pepa Machado a distanciarse. No se reencontrarían hasta 1816, haciendo encaje de bolillos en una argucia amorosa que a punto estuvo de tirar por la borda la expedición que los hombres del Libertador preparaban a Los Cayos: varios días se tuvo que retrasar la misión por culpa de los enamorados, primero esperando la llegada de Pepa, que se había exiliado en la isla de Saint Thomas, y luego por la necesidad de recuperar toda la pasión perdida.

Manuela Sáenz

Manuela Sáenz

Pero el amor hacia Pepa iría perdiendo fuelle en los años posteriores y Bolívar se vio empujado a buscar otra mujer. Manuela Sáenz, Manuelita, fue la amante que más huella dejó en el libertador, con la que más tiempo estuvo. Le escribió cartas tales como estas: "Todo es amor en ti. Yo también me ocupo de esta ardiente fiebre que nos devora como a dos niños". Compartieron cama e ideales, pero si Manuelita es la más conocida es porque le salvó la vida, literalmente, al Libertador. Y eso que en una ocasión, al sacudir las sábanas, encontró un pendiente de otra mujer.

En una noche de 1828 en Bogotá, la mujer frustró un intento de asesinato contra su amante interponiéndose entre los asesinos y su objetivo. Bolívar se salvó saltando por una ventana y, debido al valeroso carácter de su querida, comenzó a llamarla "la libertadora del Libertador". El líder mujeriego acabó perseguido por sus enemigos, debilitado por sus ansias de poder. Simón Bolívar murió en Santa Marta el 17 de diciembre de 1830.

Las 35 mujeres de Bolívar 
En 47 años de vida, al Libertador se le conocieron 35 mujeres, aunque los indicios apuntan a que fueron muchas más. Y es que luego de la muerte de única esposa, María Teresa Toro, no concibió su vida sin ellas. Historia bajo las sábanas.

Bolívar no era un hombre apuesto, de eso no cabe duda. Ahí están para comprobarlo centenares de imágenes que quedan de él: retratos al óleo y dibujos que muestran a un hombre poco fornido y sin los cabellos rubios que para la época completaban el estereotipo de hombre guapo.

Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios era, en realidad, un hombre delgado, que medía escasos 1.67. Sin embargo, tenía una característica que pocos, tanto mujeres como hombres, podían ignorar: su mirada intensa y penetrante con la que prácticamente hablaba.

Esa mirada, sumada a su elegancia y su exquisita forma de expresarse parecen haber sido la clave del éxito del prócer en las artes amatorias. Así lo revela Eduardo Lozano en su libro Bolívar, mujeriego empedernido’, recientemente publicado por Intermedio Editores, y en el que da cuenta de una faceta muy comentaba pero poco conocida del libertador: su afición por la mujeres.

Biólogo de profesión, pero aficionado a la mitología griega y a la historia patria, Eduardo cuenta que venía leyendo desde hace mucho tiempo sobre la vida de Bolívar y de otros próceres, y se encontró con algo muy particular. 

Me pareció curioso que el aspecto erótico del Libertador no lo tratara ningún escritor en una forma amplia, sino más bien de manera tangencial. Pensé que no lo habían hecho por miedo a desmitificar la figura de Bolívar o porque lo consideraban un tema frívolo. Fuera por una razón o por la otra, a mí me pareció que valía la pena tener en un libro esta información tan dispersa”, cuenta.

Dedicó entonces un año y medio a releer sus biografías, a revisar documentos, a buscar entre artículos periodísticos y descubrió varias cosas. Que Bolívar tuvo 35 mujeres, al menos de las que quedan registros. Que no fueron pocas las que no pudo conquistar, como una bailarina italiana y, sí señor, una de las hermanas Ibañez. También que hay evidencia de que tuvo hijos, aunque, dice, eso es harina de otro costal.

Eduardo, si Bolívar murió a los 47 años, y en total hay cuenta de 35 mujeres que pasaron por su vida, quiere decir que no perdió el tiempo en la cama, el Libertador…

En efecto se estima que por la vida de Bolívar pasaron 35 mujeres, pero pudieron haber sido muchas más. Y es que resulta que él empezó desde muy joven en su conquista con las mujeres. Siendo un adolescente se fue a Europa porque era una persona muy rica que había heredado una fortuna grande de su padre. Y ya desde antes de marcharse se le habían conocido algunas

conquistas. Él no concebía que pasara mucho tiempo sin tener una mujer a su lado. Sin embargo, resulta paradójico que no le gustaran las relaciones prolongadas, sino más bien cortas. Lo suyo eran los amoríos.

Siendo tan mujeriego, ¿qué significó para él su esposa María Teresa Toro?

A ella la quiso de una manera muy pura, muy romántica. Se casaron en Madrid y regresaron a su tierra, Venezuela, a radicarse en su finca de San Mateo. Pero a los 8 meses ella murió. Bolívar quedó desolado y prometió que no se volvería a casar, y lo cumplió.

Y entonces ¿cómo resultó tan mujeriego?

Pues es que era un joven con muchos arrestos hormonales, y tenía que desfogarse. Así que se aficionó a las conquistas amorosas. Eso le duró toda la vida. Prácticamente hasta antes de morir tuvo ese inmenso afán por conquistar mujeres.

¿Puede decirse que Manuelita Saénz fue la mujer más importante en su vida?

A Manuelita se la encontró en 1822 en Quito y desde entonces tuvieron una unión muy apasionada. Ambos se quisieron locamente pero él no la quiso hacer su esposa sino que era su concubina, su amante. Es claro que estando con ella, él tuvo otras amantes. Y parece que ella lo sabía y le peleaba muchas veces por eso.

En todo caso fue un romance muy discontinuo, no solo por la presencia de otras mujeres sino por las batallas que emprendió el Libertador, por su gesta independentista. Pero la verdad es que Manuelita avivaba constantemente esa relación y luchaba como concubina su derecho a ser su amante. Finalmente Bolívar se aferró mucho a ella.

Si la relación duró 8 años, ¿por qué no tuvieron hijos?

Parece que Manuelita era estéril. No encontré un testimonio médico que lo compruebe, pero un historiador colombiano que ya murió sostiene que ella tenía ciertas deformaciones en sus órganos reproductivos que le impedían tener hijos.

¿Hubo mujeres que Bolívar no pudo conquistar?

Sí, claro. Algunas se negaron. Una de ellas fue Marina, una bailarina que conoció en Milán y de la que él se enamoró. Pero no logró que cayera en sus redes. Otra fue una de las ibañez. Bien sabido es que Bolívar tuvo amores con Nicolasa Ibañez estando en Ocaña. Pero posteriormente, cuando él vino a Bogotá ya triunfante después de la Batalla de Boyacá, quiso tener relaciones con la hermana Bernardina, pero ella no accedió. Hay cartas en las que él le insiste, pero ella no quiso nunca tener una relación con él.

¿Y qué tan bueno era Bolívar escribiendo cartas de amor?

Mucho. Su actividad epistolar fue muy intensa, no solo en el campo amatorio sino en el campo político. Además de escribirlas él, tenía la capacidad de dictar a sus amanuenses, simultáneamente a dos o tres, cartas sobre diferentes temas. Particularmente con Manuelita tuvo un intercambio epistolar bastante intenso y muy interesante. En el libro cito varias de ellas.

Denos un avance de una de esas cartas que muestran a ese Bolívar enamorado

Hay un aparte muy diciente, no solo de su amor por Manuelita, sino del carácter erótico de Bolívar, en la que le dice: “No te vayas, ni siquiera con Dios mismo. Yo también quiero verte y tocarte y sentirte y saborearte y unirte a mí por todos los contactos

Esa es una frase profundamente erótica, sin duda inspirada por Manuelita y la pasión que los unía.

Siempre se ha dicho que Bolívar no era un hombre muy guapo. ¿Cuál era la clave de su éxito con las mujeres?

Aunque era un hombre bajito, de 1.67 de estatura y no era ni fornido ni rubio, como era el estereotipo de hombre guapo para entonces, existen muchos conceptos de la época en los que se dice que Bolívar tenía una mirada muy intensa y muy penetrante. Él se valió de esa mirada para conquistar a todos los que lo rodeaban: a ellas en el campo amatorio y a los hombres en sus gestas.

Sumado a esto, Bolívar era un hombre con una amplia educación que utilizaba muy bien el idioma; se expresaba muy bien. Sabía halagar y exaltar a las mujeres, las piropeaba. Eso a cualquier mujer le llama la atención. En definitiva era un hombre muy culto.

Aparte de eso le gustaba siempre estar bien presentado, bien vestido y perfumado. Se sabe que Bolívar gastaba mucho dinero en agua de colonia.

Además tenía algo a su favor, el poder. Dicen que el poder seduce

Cuando empezó a ser la figura que fue, por su puesto que su fama se acrecentó. Al pueblo que llegaba lo recibían con enorme júbilo y agasajos. Sí, muchas mujeres cayeron seducidas por la figura pública en la que se convirtió.

Con tantas mujeres, algún hijo debió tener Bolívar

Todavía hay una polémica sobre si Bolívar fue estéril o no. Él le dijo en una ocasión a Luis Perú de Lacroix, estando en Bucaramanga mientras esperaba los resultados de la Convención de Ocaña, que no era estéril y que tenía pruebas de ello. Habrá que creerle, pues nunca le dijo cuál era el hijo.

Otro año, estando en Lima, expresó que tenía un hijo. Y sí hay una partida de bautismo de un hijo de él que supuestamente tuvo con una mujer en Bolivia.

También hay otras sospechas de que tuvo más hijos. Sin embargo, esa es harina de otro costal, y los remito a un libro que se llama Los hijos secretos de Bolívar, de Antonio Prada.







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